Hablar de dispraxia es hablar de una condición cerebral que entorpece principalmente la coordinación de movimientos físicos, es por ello que quienes sufren este síndrome pueden parecer torpes o desincronizados con su entorno y esto se debe a que presentan dificultades para lograr el equilibrio por la alteración psicomotriz.
Los niños con dispraxia en algunos casos pueden verse afectados en las habilidades sociales considerándolos un poco inmaduros, sin embargo es importante resaltar que este síndrome no compromete el coeficiente intelectual por lo que se encuentran dentro del rango promedio de inteligencia.
Se pueden ver afectados algunos niños más que otros, de igual manera los síntomas comienzan a manifestarse en edades tempranas, aquí algunos signos que consideramos importantes:
Bebes
• Irritabilidad
• Dificultad para comer
• Rotar acostados
• Caminar
Niños pequeños
• Dificultad en el control de esfínter
• Inclinación a comer con las manos
• Dificultades en el hablar, retraso para hablar hasta los 3 años de edad
• Dificultad para jugar pelota
Niños en etapa preescolar
• Dificultad en el agarre de lápices
• Habla con lentitud
• Dificultad en las relaciones interpersonales con niños de su edad
• Desarrollo de la mano derecha o izquierda tardío
Niños de primaria y secundaria
• Evita los deportes
• Dificultad para seguir y recordar instrucciones
• Dificultad para permanecer de pie
• Lentitud en la escritura
Adolescentes
• Dificultad en los deportes
• Tienden a hablar continuamente
• Olvidadizo
• Frecuentemente chocan con personas o cosas
Con las terapias indicadas los niños con dispraxia pueden llegar vivir con plenitud, pero es muy importante contar con el apoyo de un psicologo infantil que no solo ayudará en el proceso de evaluación sino que brindara un aporte significativo pues se enfocara en reforzar y muy importante a superar las barreras, porque son muy frecuentes los casos en donde estos niños o jóvenes tienen baja autoestima y presentan cuadros depresivos.
El psicologo infantil evaluará constantemente para poder tener un diagnostico a tiempo de trastornos por déficit de atención, autismo o dislexia y no solo eso, sino también poder llevar a cabo el tratamiento correspondiente para que goce de un desarrollo pleno y gratificante.