Marisa Gómez Armenteros

Megarexia: El Trastorno Alimentario que Pasa Desapercibido
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¿Qué es la Megarexia?

La megarexia es un trastorno alimentario menos conocido que otros como la anorexia o la bulimia, pero no por ello menos preocupante. Se caracteriza por una distorsión de la imagen corporal donde la persona, a pesar de tener sobrepeso u obesidad, se percibe a sí misma como saludable o incluso delgada. Esta alteración en la percepción impide que quienes padecen megarexia reconozcan la necesidad de cambiar sus hábitos alimenticios o de realizar ejercicio, lo que agrava las consecuencias para su salud.

Factores de Riesgo y Consecuencias

Uno de los mayores riesgos asociados a la megarexia es la negación de la propia condición física. Las personas con este trastorno suelen consumir grandes cantidades de alimentos poco saludables, lo que contribuye al aumento de peso y a un círculo vicioso de malos hábitos. Además, la falta de reconocimiento de su estado físico lleva a la ausencia de búsqueda de ayuda médica, lo que podría prevenir problemas graves como la diabetes, enfermedades cardíacas y otras afecciones relacionadas con la obesidad.

La relación entre la megarexia y las adicciones comportamentales también es significativa. Este trastorno puede ser visto como una forma de adicción, donde la conducta de evitar la realidad y mantener un estilo de vida poco saludable se convierte en un comportamiento compulsivo.

Alimentación y Megarexia: Una Perspectiva Psicológica

Desde la perspectiva de un psicólogo, la alimentación en personas con megarexia no solo es una cuestión de hábitos dietéticos, sino que está profundamente vinculada a factores emocionales y cognitivos. La relación con la comida en estos individuos está mediada por una percepción distorsionada de sí mismos, lo que les lleva a tomar decisiones alimentarias que perpetúan su condición.

Los pacientes con megarexia tienden a evitar alimentos saludables y a preferir aquellos que son ricos en calorías, grasas y azúcares, lo que refuerza la obesidad. Esta elección dietética no es simplemente un reflejo de un gusto personal, sino que está influenciada por mecanismos psicológicos como la negación y la racionalización. La negación les permite evitar enfrentar la realidad de su estado de salud, mientras que la racionalización les lleva a justificar sus elecciones alimentarias con argumentos que minimizan el riesgo real para su bienestar.

Además, la falta de conciencia sobre la necesidad de una dieta equilibrada se combina con una posible búsqueda de confort en la comida, un fenómeno común en personas con trastornos alimentarios. La comida se convierte en una fuente de alivio emocional, creando un ciclo en el que el consumo de alimentos poco saludables se utiliza para manejar el estrés, la ansiedad o la baja autoestima.

Tratamiento y Prevención

El tratamiento de la megarexia requiere un enfoque integral que aborde tanto la salud física como la mental. Es fundamental que la persona reconozca su condición, lo cual suele ser uno de los mayores desafíos debido a la naturaleza del trastorno. La terapia psicológica, especialmente la terapia cognitivo-conductual, puede ser útil para cambiar la percepción distorsionada de la imagen corporal y fomentar hábitos más saludables.

Desde la perspectiva del tratamiento psicológico, es crucial trabajar en la construcción de una relación más saludable con la comida. Esto implica ayudar al paciente a desarrollar una conciencia realista sobre los alimentos que consume y cómo estos impactan su cuerpo. Los psicólogos también pueden trabajar con los pacientes para identificar y abordar las emociones subyacentes que los impulsan a recurrir a la comida como una forma de manejar sus sentimientos.

Además, es crucial la intervención de un equipo multidisciplinario que incluya a médicos, nutricionistas y psicólogos para ofrecer un tratamiento completo y adaptado a las necesidades del paciente.

La megarexia es un trastorno alimentario que, a pesar de su gravedad, muchas veces pasa desapercibido. La distorsión de la imagen corporal y la negación de la obesidad son sus principales características, lo que dificulta su diagnóstico y tratamiento. Sin embargo, con un enfoque adecuado que integre la perspectiva psicológica y nutricional, es posible ayudar a las personas que la padecen a mejorar su calidad de vida y a adoptar hábitos más saludables.

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