La hipocondría o preocupación excesiva por la salud
Seguramente has tenido un amigo, familiar o conocido delante del que no se puede mencionar alguna afección de salud porque, de inmediato, este comienza a manifestar sus síntomas. En no pocas ocasiones este extraño comportamiento se asocia con el término “hipocondría” pero, ¿realmente debe ser denominado como tal? ¿Qué es la hipocondría? ¿Cuáles son sus síntomas fundamentales? Si el tema despierta interés en ti entonces ponte cómodo/a que ya comenzamos.
Efectivamente, el caso que hemos puesto anteriormente puede responder perfectamente a un trastorno hipocondríaco, sin embargo esto es solo una arista del problema en general. La hipocondría se define como una enfermedad en la que el paciente sufre miedo de tener alguna afección médica grave o preocupación excesiva por su estado de salud.
¿Cuál es su sintomatología?
Como ya definimos, la principal semiótica de esta patología es una actitud convulsiva hacia la preocupación constante por el estado de salud. En personas que padecen de hipocondría frecuentemente se observa un comportamiento exagerado en torno a heridas que tardan en cicatrizar, lunares o verrugas, taquicardia, caída del cabello u otros procesos biológicos del organismo humano. El hipocondríaco solo consigue estar breves períodos de tiempo sin pensar en sus “síntomas” que –en no pocas ocasiones- pueden llegar a ser imaginarios.
En adición, la hipocondría suele estar asociada a estados de ánimos de ansiedad y depresión. Una estadía avanzada de esta enfermedad puede llegar a provocar que el paciente sufra síntomas reales a causa de un efecto psicológico. Es común, además, que las personas hipocondríacas se preocupen excesivamente ante análisis clínicos, pensando de inmediato en un amplio diapasón de resultados negativos.
En búsqueda de un origen
Se conoce que los causales fundamentales de la hipocondría residen en la interpretación dramática e infortunada de los signos vitales. Sin embargo, lo que continúa siendo un enigma es a qué se debe dicha interpretación. Numerosos estudios apuntan también a que el origen de este padecimiento puede llegar a tener implicación familiar.
¿Acudir a profesionales?
Sin duda alguna, el primer paso que debe darse es descartar la posibilidad de una enfermedad real. Lo cual puede llegar a convertirse en una verdadera proeza para pacientes con exacerbado temor a conocer su diagnóstico. Luego de esto, en caso de que no existiese ninguna enfermedad comprobada, resulta imprescindible ir en busca de ayuda especializada, para lo cual lo más recomendable es acudir a una consulta de psicología.