Marisa Gómez Armenteros

El síndrome de burnout o trabajador quemado
síndrome del trabajador quemado

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Todos hemos sentido en algún momento de nuestra vida estrés o insatisfacción laboral. Es indiferente que el trabajo que realicemos sea o no de nuestro gusto: los horarios, la vorágine diaria o las relaciones con jefes y compañeros pueden llegar a sobrepasarnos y generarnos diferentes síntomas, como ansiedad, desgana o irritabilidad. Cuando esto ocurre de forma puntual no tiene mayor importancia, el problema surge cuando estos estados anímicos se cronifican en el tiempo.

El síndrome de burnout, también conocido como síndrome del trabajador quemado, es una patología de tipo psicológico que surge cuando la persona afectada no es capaz de controlar el estrés laboral de forma permanente, provocando un agotamiento generalizado a nivel mental y físico, entre otros síntomas.

Síndrome de burnout: síntomas y manifestaciones

Aunque el síndrome de burnout afecta especialmente a trabajadores con exposición social, es decir, a aquellos que tienen un trato directo con clientes y público, lo cierto es que puede surgir en cualquier tipo de profesión.

Las causas que pueden originar el surgimiento de este tipo de síndrome obedecen e distintos factores: falta de control sobre horarios y cargas de trabajo, falta de recursos para llevar a buen término las labores encomendadas, expectativas laborales difusas, malas relaciones con jefes y/o compañeros, escasa conciliación entre el trabajo y la vida privada…

Algunos de estos factores, o todos ellos, pueden provocar el síndrome del trabajador quemado, cuyos síntomas o manifestaciones pueden dividirse en tres grandes grupos: agotamiento mental y físico, despersonalización y descenso de la productividad laboral.

Agotamiento físico y mental

El síndrome de burnout afecta a los trabajadores a un nivel físico y mental. Puede decirse que los problemas mentales retroalimentan a los físicos y viceversa.

El agotamiento físico puede manifestarse de diferentes modos: cansancio crónico, migrañas, dolores musculares, exceso o pérdida del apetito, problemas estomacales y, en el caso de las mujeres, alteraciones en el ciclo menstrual.

Los síntomas psicológicos más habituales son la ansiedad, el estrés, el insomnio y, en los casos más graves, la depresión.

Despersonalización

Como consecuencia del agotamiento físico y mental generalizado, el trabajador puede tomar como estrategia de defensa un cambio de actitud hacia el trabajo, lo que podríamos denominar una despersonalización.

La persona afectada reduce su compromiso personal con el trabajo, con actitudes que pueden ir desde el desapego y la indiferencia hasta la irritabilidad y el enfrentamiento con el entorno laboral: compañeros, jefes, clientes… Muchas veces, este endurecimiento en el trato se traslada igualmente al entorno familiar y al círculo de amistades.

Descenso de la productividad laboral

Consecuencia lógica de los síntomas y manifestaciones anteriores es un evidente descenso de la motivación y de la productividad laboral. La desmotivación puede manifestarse en forma de olvidos frecuentes, falta de atención, mala ejecución de las tareas, atención inadecuada a los clientes, etc.

Consecuencias del síndrome de burnout

Además del peligro que supone para el mantenimiento del puesto de trabajo y de la estabilidad laboral, la cronificación del síndrome de burnout puede llegar a tener graves consecuencias en la salud de las personas afectadas.

Además del estrés, la ansiedad y el insomnio, esta patología puede llegar a afectar a la presión arterial, provocando problemas cardiovasculares o diabetes tipo 2.

También puede llevar al paciente a consumir de forma inadecuada alcohol o drogas.

Diferencia con el síndrome post-vacacional

En ocasiones, los síntomas del síndrome de burnout puede llegar a confundirse con los del síndrome post-vacacional, muy similares.

La principal diferencia entre ambas patologías es el periodo de tiempo en el que se manifiestan los síntomas. Mientras que el síndrome post-vacacional dura únicamente unos días, los posteriores al fin de las vacaciones, el síndrome del trabajador quemado se prolonga por un tiempo indefinido.

Prevención y tratamiento del síndrome de burnout

El primer paso para afrontar el síndrome del trabajador quemado es analizar, identificar e intentar modificar las causas que hayan podido desencadenar esta patología, tanto en el ámbito laboral como en el personal: exceso de trabajo, falta de apoyos, baja tolerancia a la frustración, etc.

Unos hábitos personales saludables son también una forma de prevenir y de combatir los efectos del síndrome: hacer ejercicio, a ser posible incluyendo actividades relajantes como el yoga o el taichí, llevar una adecuada higiene del sueño, comer de un modo sano y equilibrado…

En un alto porcentaje de casos se hace necesario recibir apoyo psicológico profesional, que bien puede ser mediante terapias individuales como de grupo, en las que se tratará de buscar las causas desencadenantes del problema, desarrollar habilidades asertivas, reforzar la autoestima y gestionar el estrés y la ansiedad.

Se calcula que un 10% de los trabajadores sufren en algún momento de sus vidas el síndrome de burnout, siendo considerados casos graves (con necesidad de recurrir a la baja laboral) entre el 2% y el 5% de los casos. Un cambio de hábitos y un tratamiento psicológico adecuado pueden eliminar por completo un problema que puede llegar a convertir el día a día laboral en un auténtico calvario.

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